El huésped

¡No te enamores!, gritó mi corazón
desde su tejado mojado.
Que el amor a veces es también olvido.
Pero olvidé su consejo viejo
y aquí ando dibujando corazones a lápiz
entre amor y olvido, perdido,
porque tu corazón ya tiene huésped,
y no soy yo, no lo soy.
Y aunque me gustaría gritar tu nombre
lo callaré siempre, ferviente…
Y mi corazón tendrá que entender
que he llegado tarde, cobarde,
a tu hospedaje, que ya hay otro hombre…
y no soy yo, no lo soy.

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